Katrin Pereda / Fotos: Luis Carmona
Un momento del montaje del belén de la Taconera. La colocación de la mula y el buey suscitó varios comentarios entre el público. |
Nos adelantamos. En el libro ‘La infancia de Jesús’
el Papa Benedicto XVI anuncia que en el portal no había animales, vaya, ni mula
ni buey. El primer belén de la Taconera, que este año cumple diecinueve años, tampoco
los tuvo. Ni pajes. Según recogen las crónicas navarras de 1993 y los
testimonios de sus protagonistas, el belén fue un éxito. El mayor nacimiento de
Navarra se convirtió en una tradición. Tanto, que este año el 010 recibió
varias llamadas preguntando por la fecha del montaje, de la puesta en escena.
Pero, ¿qué hay detrás de esa ‘representación’ tan esperada?
Dos trabajadores sujetan al rey Melchor |
Mari Ganuza, presidente de la Comparsa de Gigantes y
Cabezudos de Pamplona, acudió hace veinte años a Valencia junto a un amigo.
“Vimos una gran cantidad de personas guardando cola, nos picó la curiosidad, y
nos pusimos nosotros también. Resultó que eran los tres reyes magos a tamaño
natural junto a un nacimiento colocados en la plaza del Ayuntamiento”,
recuerda. Sin perder el tiempo, Ganuza comentó a Valentín Redín, por aquel
entonces encargado de protocolo del Consistorio, la idea. En octubre del
siguiente año se puso en marcha. Y Valencia volvió a cobrar protagonismo. “Hablé
con el fallero (ahora jubilado) Vicente Tornador Pascual y le preguntamos qué
podía hacer”, relata Ganuza. La respuesta se materializó en 31 figuras de
cartón. El fallero, con sentido común, preguntó por la lluvia en Pamplona. Sí,
llueve. Casualidades de la vida, ese año los fosos se inundaron y “la mitad de
las piezas se estropearon”, indica Ganuza.
Clavando la figura en el suelo |
Un año después, en 1994, todo se
planificó con más tiempo. Se sustituyó el cartón por el poliéster (en caso de inundación
no se dañaban tanto) y se incrementó el número de figuras hasta llegar a las
52. Una vez más, Tornador y su hijo, Vicente, fueron los encargados de moldear
los personajes. Así, se incorporaron la mula, el buey, los pajes, doce ovejas,
tres palmeras y al menos 20 figuras más. El montaje, por aquel entonces, corría
a cargo de miembros de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos de Pamplona y el
belén daba la vuelta a todo el foso de la Taconera. “Éramos un grupo de diez a
catorce personas y todos los años intentábamos hacerlo diferente, cambiábamos
el portal, añadíamos nuevos elementos”, destaca. De esta forma, un año
innovaron con un portal en forma de caserío con tejas derruidas y madera vieja
de roble.
Paquita, una cierva muy juguetona
La figura de un pescador |
La convivencia con los animales constituía un
fenómeno difícil de eludir durante quince días (el tiempo en que se instalaba el
belén). Son varios trabajadores los que recuerdan a la cierva Paquita. “El
primer año se comió la mitad de una figura que llevaba un jarrón. Era una
cierva que estaba criada con biberón y no tenía miedo al hombre. Si le gustabas
bien, y si no te daba una leche…”, indica Ganuza. Emilio, trabajador de Ilanor,
la empresa encargada del montaje de luces, tampoco la olvida. “Tenía una fuerza increíble, se colocaba junto
a ti y te tiraba lo que tuvieras en la mano. También era capaz de saltar tres o
cuatro metros por encima tuya”, señala Emilio. De ahí que para proteger a las
figuras se estableciera un cableado en cada una, pero sin ningún riesgo para
los animales, subraya Ganuza.
El ángel, a punto de ser colocado por dos operarios en la Taconera |
Vandalismo y menos figuras
Los miembros de la Comparsa al cabo de los años
dejaron de montar el belén y el Consistorio lo fue adjudicando a diversas
empresas. El espacio se redujo drásticamente (pasó de dar la vuelta a ocupar
solo el estanque delantero de los patos) y también las luces (antes cada 40 metros se situaba una
y los árboles se decoraban con guirnaldas) y las figuras disminuyeron (hoy
componen el belén 30). Respecto a estas últimas, Ganuza, quien restaura las
figuras cuando se deterioran, afirma que “cada vez se estropean más. Si sigue
así, dentro de tres o cuatro años el belén desaparecerá. Hace falta una
inyección económica para realzarlo, hay que hacer muchas figuras nuevas”,
señala. Coincide con él Enrique Zunzarren, de la empresa adjudicataria para el
montaje del belén desde hace cuatro años. “No hay una inversión para mantener
las figuras, todos los años habría que comprar dos o retocar el belén para
ampliarlo o conseguir atraer a más público”, incide. Sin embargo, Piñeiro
considera difícil que en la actual coyuntura económica se aumente el número de
figuras.
El belén también se ha visto
perjudicado por el vandalismo. El año pasado un adoquín lanzado desde el muro
destrozó la cabeza del dromedario de Melchor. Al menos quince adoquines se
encontraron en las cercanías de los dromedarios. Y, hasta la fecha, se han
robado cuatro niños Jesús. De ahí que este curso el puente que unía el portal
con el jardín se haya eliminado del conjunto.
Varias figuras ubicadas en la esquina izquierda del estanque |
Pero, lo innegable, es que el 20 de diciembre, día del montaje, muchas personas posaron sus manos en la barandilla y observaron
satisfechos ‘su’ belén y comentaron la inesperada aparición de la mula y el buey. Y, días antes, fueron varios los que llamaron al 010 preocupados por la tardanza. E incluso hubo quien se acercó a Piñeiro para pedir explícitamente que
Melchor se alejara unos metros más del muro, por si acaso. Lo innegable... es que
no puede perderse.
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