jueves, 27 de diciembre de 2012

Justa Navidad

Edurne Navarro / Fotos: Luis Carmona

La tienda de medicusmundi (c/Arrieta 25) ofrece la posibilidad de comprar regalos que posibiliten un comercio justo
     

           La Navidad trae consigo una especial carga emotiva. Son días indisolublemente unidos a la estancia en familia, pero también, bajo un sistema económico que incita al consumismo, a cierta ansia de regalos, caprichos y menús festivos. Una dulzona neblina que parece abarcarlo todo. Sin embargo, entre esta vorágine festiva, hay situaciones que, aun a pequeña escala, intentan revertirlo.

            Una sencilla tienda de comercio justo, como la que medicusmundi abre cada Navidad desde hace casi cuatro décadas, se podría considerar un ejemplo. Un local en el centro de Pamplona (c/Arrieta 25) que, a primera vista, también se presenta impregnado del ambiente festivo invernal, pero que, en su interior, el discurso que ofrece es otro.

            Implica venta y recaudación. Ese objetivo no se oculta. Pero la vía es muy distinta a la producción en serie de beneficio empresarial. Bajo el compromiso de una apuesta por el comercio justo y un destino que supera fronteras, acomodar los estantes repletos de chocolate, plata y belenes va más allá del propósito de satisfacer la urgencia del regalo perfecto. “Estar aquí te hace pensar que las Navidades no son solo consumo y reunirse en familia, que hay otra mucha gente que no puede hacerlo, ni el resto del año. A mí me ayuda a tener esa realidad más presente”, reflexiona Alicia Martinicorena, voluntaria en la tienda desde hace siete años, pero relacionada con medicusmundi Navarra desde hace más de 30, “desde sus inicios”.

Una mujer observa los productos colocados en las estanterías
            A principios de los 70, con un imaginario social pamplonés en el que la cooperación al desarrollo se relacionaba más con una vocación misionera, medicusmundi Navarra, a pesar de centrar su actividad en el incipiente hospital de Nemba (Ruanda), quiso acercar el entonces denominado Tercer Mundo a Pamplona. Empezó como una exposición-venta de artesanía, primero en una sala de la extinta Caja de Ahorros de Navarra y más adelante en la propia sede de la entidad, con el mismo doble objetivo al que aspira en la actualidad, información y recaudación.

            Su difusión ha cambiado desde entonces. De escuetas notas en 1975 en Diario de Navarra que anunciaba como “Hoy se abre una exposición de artesanía del Tercer Mundo en la Sala de Cultura de la Caja de Ahorros de Navarra” a cuñas radiofónicas, boletines electrónicos y sms. El contenido, no tanto. “¿Crees que sería aceptable que fueras al centro de salud y te encontraras con unos jóvenes estudiantes voluntarios norteamericanos que te atendieran, en lugar de unos profesionales? Evidentemente no. Entonces ¿por qué en Ruanda o en Bolivia vamos a ofertar unos servicios de salud amateur? Una cosa es el contexto de pobreza y falta de recursos y otra que los servicios no sean profesionales; esto no quita para que la motivación por la cual nos embarcamos en estos proyectos sea de carácter altruista y no lo podemos perder de vista”, exponía Miguel Ángel Argal, fundador de medicusmundi Navarra.


Los productos

            La artesanía, arte que marcó el inicio de la trayectoria de la tienda, sigue presente en las estanterías, aunque cedió su protagonismo hace años a la alimentación, la joyería o los belenes. “Lo que más se vende en cantidad, son los alimentos, pero también vienen buscando mucho la plata de Perú y los belenes o cosas para los niños”, enumera Esther Lanz, voluntaria desde hace más de dos décadas. 

Algunas figuras y flechas que se encuentran en la tienda
            Las mascaras y esculturas de ébano o madera, originales de Ruanda, Mali o Indonesia fueron muy cotizadas hace años, “las hay muy antiguas, algunas fueron usadas en rituales, si te la acercas, huele a humo y a humedad”, describe Esther al recordar como un joven llegaba a gastar 300.000 de las antiguas pesetas (1.803,04 euros) en mascaras cada año.  Aún hoy, lo más “llamativo” son las esculturas. “Hace dos años vendimos una de las más grandes, pero había niños en esa casa y les asustaba. La tuvieron que devolver”, cuenta Esther, rememorando una de las muchas anécdotas que ha vivido en la tienda.

            El interior de la tienda invita al paladar y a la vista, con los vivos colores que anuncian  panela (azúcar de caña) de Ecuador, miel de Valdivia chilena, cacao de Bolivia o té de Sri Lanka en alimentación. Hay cremas, jabones y aceites de Rosa Mosqueta y Argan procedentes de Burkina Faso, Marruecos o Kenia; joyería de plata traída desde Perú y Brasil y elementos de artesanía como esculturas, máscaras y figuras de ébano y madera de Eucalipto de Mali o Indonesia.

Imagen del interior de la tienda de medicusmundi (c/Arrieta, 25)
            Productos históricamente arrancados de campos y minas africanos, latinoamericanos y asiáticos y vendidos a precio de saldo en supermercados occidentales que en esta tienda se etiquetan con un precio justo. “Me parecía interesante trabajar en el ámbito del comercio justo con medicusmundi, ya que una de las causas de la pobreza en el Sur son las leyes comerciales que están funcionando, porque son muy injustas. Para mí el fin de la tienda es dar a conocer el comercio justo, no tanto recaudar, sino sensibilizar”, explica Alicia. Los principios del comercio justo se basan en unas “condiciones laborales y salarios adecuados para los productores del Sur”, en una lucha “contra la explotación laboral infantil” y en el logro de la equidad salarial entre hombres y mujeres, además de un respeto medioambiental. Tal y como cita la Coordinadora Estatal de Comercio Justo, “su objetivo es mejorar el acceso al mercado de los productores más desfavorecidos”.


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