Junto a las proclamas navideñas más habituales, como ¡feliz Navidad!, ¡eguberri on!, ¡dale recuerdos a tu familia! o ¡pasar una buena noche!, se incluye una pregunta casi oficial los días previos a la Nochevieja. “¿De qué te vas a disfrazar?”. Mientras la respuesta persigue a algunas cuadrillas durante un mes antes y es objeto de las más disparatadas ideas en tertulias sin fin, otros; la misma mañana, con la ayuda de un comercio chino, se engalanan con pelucas, disfraces de pollo o de vaca, y marchan, pasada la medianoche, directos a la jarana.
Juan Antonio Urbeltz, estudioso de la cultura vasca |
Pero, a la pregunta de cómo se
originó este peculiar carnaval en Iruña, las respuestas transcurren en un
encongimiento de hombros, achacar la autoría a la cuadrilla de tu padre o tirar
de memoria: “En mis tiempos ya se hacía”. Juan Antonio Urbeltz, estudioso de la
cultura vasca, afirma que este ritual de
comienzo desconocido entra dentro de un ciclo carnavalesco: las doce noches
santas. Comienza el día 25 de diciembre y finaliza el 6 de enero. Antiguamente,
“marcaban el comienzo del carnaval y la aparición de las primeras máscaras.
Durante esos días, los jóvenes preparaban el carnaval”, explica Urbeltz. Este
hecho está íntimamente ligado con el clima ya que, “el tiempo que hiciera en
esas doce noches santas marcaba la climatología que haría el resto del año”,
concreta. Así, los campesinos de muchas partes de Europa observaban el tiempo
de forma que “si el 25 de diciembre llovía, enero sería lluvioso; si el 26
hacía sol; febrero sería un mes con mucho sol, si el 27 seguía el buen tiempo,
marzo sería soleado…así hasta llegar al 6 de enero”, subraya.
Respecto al origen histórico,
Urbeltz sostiene que es imposible señalarlo; si bien las tradiciones
carnavalescas se deben situar en el Neolítico, cuando “el cambio en el modo de
vida hacia el pastoreo y la agricultura, propició rituales que conjuraran la
inseguridad que pudiera traer el porvenir
como sequías, inundaciones, heladas, plagas de insectos, etc”.
Una máscara actual |
No somos los únicos
Como explica Urbeltz, los ritos de las doce noches santas han estado muy vivos en Europa central: Polonia, Chequia, Eslovaquia, Hungría o Alemania y las máscaras más corrientes han sido de caballo, ciervo, cabra y zorro. Aunque también han existido otras formas carnavalescas en Babilonia (festival del Akitu o Año Nuevo), Grecia (antesterias) y Roma (saturnales). Así, las máscaras que se utilizaban en la antigüedad, eran “pieles de animales, disfraces de deidades terroríficas como Basajaun o ‘hombre salvaje’, seres con máscaras aterradoras, diábolicas, desdentadas con cuernos y cuerpos deformes rellenos de paja, etc”, explica. Respecto a los ritos, los hombres se disfrazaban de mujeres y vicerversa y, durante unos días, los señores servían a los criados.
Como explica Urbeltz, los ritos de las doce noches santas han estado muy vivos en Europa central: Polonia, Chequia, Eslovaquia, Hungría o Alemania y las máscaras más corrientes han sido de caballo, ciervo, cabra y zorro. Aunque también han existido otras formas carnavalescas en Babilonia (festival del Akitu o Año Nuevo), Grecia (antesterias) y Roma (saturnales). Así, las máscaras que se utilizaban en la antigüedad, eran “pieles de animales, disfraces de deidades terroríficas como Basajaun o ‘hombre salvaje’, seres con máscaras aterradoras, diábolicas, desdentadas con cuernos y cuerpos deformes rellenos de paja, etc”, explica. Respecto a los ritos, los hombres se disfrazaban de mujeres y vicerversa y, durante unos días, los señores servían a los criados.
Las máscaras de cabra eran muy corrientes |
Un elemento carnavalesco muy
extendido es el cencerro. “También lo encontramos en la isla de Cerdeña, en las
islas griegas, en los Balcanes, en Bulgaria, Grecia, Rumanía o Eslovenia”,
subraya Urbeltz. Ello responde a “viejas tradiciones pastoriles que buscaban
conjurar mosquitos y tábanos antes de que los trajera la primavera”, afirma.
Gran desconocimiento
Sin embargo, este antiguo rito pasa
totalmente desapercibido entre la población. Urbeltz señala varias causas: “La
expansión de las culturas urbanas, junto al éxodo campesino hacia las ciudades,
han laminado severamente las tradiciones campesinas”. De ahí que, “muchos
pequeños pueblos mantienen vivas sus tradiciones porque en ello les va su
identidad, su ‘estar en el mundo’”, concreta.
En la antiguedad también se utilizaban máscaras |
Por otro lado, la vieja Iruña,
siglos atrás, debió de tener dos formas carnavalescas. Una popular, “con
figuras de enmascarados” y otra más privada, “celebrada en salones y casinos
con las clases media-alta (comerciantes, profesiones liberales, burocracias
administrativas)”, subraya.
Hoy, a falta de dos días para la
llegada de la ‘noche más vieja’, el ciclo de las doce noches habría comenzado
ya. Los campesinos, cada día, mirarían al cielo y esperarían qué les depara el
día y, por consiguiente, el año. Tampoco ha cambiado tanto. En la ‘noche más
vieja’, más allá de los disfraces, se espera que la tormenta amaine. Que haya
donde trabajar. Que, de nuevo, salga el sol.